“Pequeña introducción a la rumanidad” – Mihaela-Genţiana STĂNIŞOR

Me he preguntado a menudo si realmente se puede hablar de “rumanidad”; si existen rasgos específicos del pueblo rumano, de la cultura rumana. ¿Que podría yo responder hoy a cuestión filosófica de los acentos irónicos: “¿cómo se puede ser rumano?!

Para hacerlo dignamente, me he detenido en tres autores rumanos que marcan, según mi criterio, tres etapas en el desarrollo de la cultura nacional rumana: el poeta Mihai Eminescu (1850-1889), el poeta y filósofo Lucian Blaga (1895-1961) y el filósofo Constantin Noica (1909-1987).

Los tres manifiestan un verdadero culto por lo especifico nacional, entendido de manera diferente, con arreglo a la época en la cual vivieron. Pero en ellos no hay que confundir lo especifico nacional con “nacionalismo”. La rumanidad, tal como yo la entiendo y tal como ellos la han entendido, es un concepto clave de una filosofía existencial, de un modo de pensamiento y un modo de vivir especifico del Rumano. Ellos creían en la existencia de un complejo de características profundas, fundamentalmente (o fatalmente) rumanas cuya especificidad es favorecida por la historia, el desarrollo de la civilización y los rasgos psico-mentales del pueblo y por el espacio geográfico donde éste vive.

Cronológicamente, Mihai Eminescu es el primero que en la constitución su obra parte de la conciencia de la rumanidad y de la latinidad y que se da cuenta de que hay que conservar el fondo ancestral rumano, los mitos y los arquetipos del pueblo rumano, otorgándoles una forma de expresión universal. Él insiste en el hecho de que hay que trabajar la lengua para que razone/resuene universalmente. Mihai Eminescu es el primero que constituye una obra poética ejemplar a partir del fondo autóctono y tradicional de la historia y del pasado del pueblo rumano, que evoca líricamente en su creación. El genio poético de Eminescu es indiscutible, al igual que su aspiración a elaborar en verso el retrato de una “nación” y de una cultura popular antigua que representaban, para él, lo que tenía de más original y más profundo. Logra poner en relieve y estilo la rumanidad comprendida histórica, territorial y lingüísticamente, en comparación con lo que existía como producción cultural en la Europa de su tiempo. Era consciente de la importancia que la lengua rumana juega en el proceso de la creación literaria. que es la lengua la que debe evolucionar, enriquecerse, abrirse, transformarse. La conciencia nacional suponía para él una conciencia lingüística.

Uno de sus poemas más conocidos, La oración de un Dacio, puede ser leído como un documento de rumanidad, como una expresión filosófica y poética al mismo tiempo de un modo de vivir, de sentir y de pensar que es típicamente rumano. Puesta en los labios de un Dacio, el antepasado del pueblo rumano, la oración se transforma en una visión pesimista y dolorosa de la vida, en una rememoración de los orígenes de la creación, del mundo, del hombre, de su destino trágico para rechazarlos de manera vehemente, trágicamente orgullosa. Esta visión no es extraña al fatalismo griego o a la “nada” española. Pero Eminescu insiste en la dignidad dacia, en la fuerza de carácter del pueblo, en la importancia de los rituales y las costumbres. Hay que saber guardar la verticalidad a pesar de lo trágico de la existencia. La rumanidad significa saber morir con toda dignidad. El respeto a los antepasados, a la cultura popular representa pan Eminescu unos rasgos esenciales para el retrato cultural del Rumano.

Lucian Blaga viene a completar la visión eminesciana. En su Trilogía de la cultura (Horizonte y estilo. El espacio mioritico, La génesis de la metáfora y el sentido de la cultura), insiste en el papel que la cultura juega en el modelo existencial rumano. Hace la discusión acerca de lo especifico nacional de la cultura rumana en su obra El espacio mioritico, publicada en 1936.

Analizando la cultura popular rumana, Blaga llega a afirmar la existencia de una matriz estilística rumana. Supone un horizonte espacial del inconsciente que es definido a través de tres planos o dimensiones (estos aspectos representan la esencia del alma rumana y de la cultura rumana que lleva los signos):

Musical: es la música expresada por la doina (un canto particular, impregnado de melancolía, tristeza, amargura, desilusión), que caracteriza las profundidades ancestrales del alma rumana.

Espacial: es el plai (un tipo de espacio que combina colinas y valles), el “espacio mioritico” que marca esta solidaridad orgánica y de horizonte entre el Rumano y su casa; “mioritico” es un derivado de “Mioriţa” que significa “cordero”; es el espacio geográfico rumano propio de la ganadería ovina, ocupación esencial de nuestros antepasados.

Lingüística: si se me permite decirlo así, es el dor, palabra polivalente, poética y filosófica a la  vez, quintaesencia de sentimientos específicamente rumanos, mezcla de sensaciones ambiguas y fuertes: amor, ausencia, tristeza, melancolía, sufrimiento, vacío.

El Rumano habita musical, melancólica y poéticamente este espacio que influye definitivamente su existencia. La cultura supone también un cierto sentimiento del espacio, dominado por un tipo de paisaje. Es este espacio-matriz el que domina el alma rumana, un espacio indefinidamente ondulado; es con él que el alma se siente solidaria porque conserva en algún lugar su recuerdo: el espacio mioritico. portador del sentimiento del destino, de un fatalismo en sordina, de una melancolía innata. El alma popular rumana tiene una inclinación como el matiz y la discreción, para los colores pálidos y esto se manifiesta en todas las artes: en la música y en la poesía, también en la pintura o cn los ornamentos arquitectónicos, en el canto popular, en la doina, este lamento popular o en los bocete, los cantos fúnebres. El dor, este sentimiento complejo y contradictorio, representa un motivo lírico por excelencia. Puede ser puesto en relación con un objeto exterior (la mujer amada, la casa, la familia, el paisaje, el pueblo natal, etc.), pero también puede ser considerado sin relación a un objeto exterior y convenirse en una fuerza impersonal que devasta y subyuga o encanta trágicamente. una enfermedad cósmica, un elemento invencible del ser, un alter-ego, o bien un sentimiento metafísico dominante y fatal. Es cierto que el espacio rumano tiene configuraciones que no se encuentran en otros pueblos. Y sobre este territorio nació el folklor variado y lleno de significados. El espacio mioritico pudo originar las baladas y las leyendas romanas, este espacio ondulado, estos altibajos entre la colina y el valle, como un amplio balanceo, como una vacilación incesante, mantenida por un turbulento dor; una ausencia devastadora, una aspiración invencible a un más allá de su propia condición. De todas formas, para Lucían Blaga el espacio mioritico es parte integrante del ser nacional porque el Rumano es solidario con este espacio, tanto como lo es con su pasado, sus muertos. sus palabras y consigo mismo. Constantin Noica es el ejemplo típico del filósofo rumano. No sólo escribió ampliamente sobre los rasgos de esta nación, de esta cultura y de esta lengua, sino que eligió quedarse en el pais, a pesar de los años de prisión, los castigos del régimen comunista y las condiciones precarias donde vivía. Se retiró a Páltinis en las montañas cerca de Sibiu, donde creó una escuela de filosofia, donde fin jóvenes iban a verlo y a escucharlo para dejarse impregnar por su visión filosófica, después de haber rechazado los ofrecimientos que se le hicieron de vivir en otro lugar, en Francia, por ejemplo. Quiero insistir principalmente en sus obras dedicadas a la rumanidad: La pronunciación filosófica rumana, Creación y belleza, El sentimiento rumano del ser.

En varios ensayos,[1] Constantin Noica medita sobre Rumania y sobre los rasgos esenciales de la nación y de la cultura rumana. A partir de preguntas con carga filosófica (“¿Pero en qué sentido se tiene el derecho de hablar de una Rumania eterna?”[2]) o de veredictos convertidos en discusión por el filósofo de Păltiniş (por ejemplo, sobre la desesperanza típicamente rumana, este “triste pecado” que estigmatiza al pueblo y reviste múltiples formas en el Rumano que van desde la “mueca escéptica hasta la desesperanza grave e irremediable, patéticamente proclamada”[3]), Noica intenta construir el retrato interior de una nación que primero debió aprender a sobrevivir históricamente, luchar contra invasiones sucesivas, sacrificar lo cultural a lo político, a este ardiente deseo de constituirse como nación integral e íntegra, espacialmente bien establecida. Es verdad que no se puede hablar de Rumania eterna como hablamos de “Francia eterna” o de una “Roma eterna”. Noica se muestra escéptico en lo que concierne a la existencia de una Rumania verdadera así como a un tipo humano rumano. Pues toda la historia de este pueblo no ha podido seguir las dimensiones espirituales, sino la geografía, el territorio espacial sobre el cual sobrevivir, pero no vivir. Él supone que se podría hablar de un Rumano geográficamente existente. pero no de un Rumano espiritualmente definido, completo. Los valores espirituales rumanos todavía no se han consolidado, afirmado e impuesto universalmente. La nación rumana se encuentra en busca de la perfección, de su perfeccionamiento; el mismo proceso lo sufre también la lengua. Las palabras más representativas de una lengua son las palabras inconclusas y suspendidas, que llevan en ellas un cierto horizonte, muy ilustrativas, pero, al mismo tiempo, ambiguas. Estas palabras expresan un tipo de “introducción al dor”, según Noica.[4] Se trata, según él. de esta falta de perfección. de culminación que produce la fascinación que una lengua ejerce, su fuerza expresiva. Noica afirma que “cuando se quiere mostrar, que gracias a las palabras, uno existe de otra manera y que así la lengua rumana también tiene derecho a existir en el mundo, se invoca la palabra dor”.[5] Para Noica, la palabra dor representa un prototipo: es la composición sin composición, un todo sin partes. Hay bastantes palabras rumanas de este tipo y todas son profundas, La palabra dor representa “una fusión y no una composición”. Se trata de la fusión entre el dolor y el placer. Una especie de “placer en el dolor”, el placer provocado por el dolor. Noica concluye su ensayo filosófico cos la convicción de que el pueblo rumano no tiene “el genio de las composiciones”. Pero, en cambio, todos los historiadores de la cultura y del arte han observado la virtud de la lengua rumana para ofrecer una síntesis específica, una fusión notable a la que se sigue “una nueva armonía” o bien “una nueva tensión”, “una nueva demanda espiritual”. Constantin Noica llega a la conclusión de que existe un tipo de “campo de palabra”, un campo semántico, un horizonte de significados que la palabra abre, proyecta por lo que ella dice o no dice, por lo que revela o esconde.

Si la palabra dor sorprende y suspende la especificidad del alma rumana, hay otra la que imprime y expresa “el sentimiento rumano del ser”.[6] No es más que una preposición que es capaz de tomar a su cargo toda una filosofía del ser rumano: la preposición întru, dificilmente traducible pues ella marca al mismo tiempo una posición y una dirección: uno está en algo (en un horizonte, en un sistema) y uno se dirige hacia algo. Gracias a las virtudes polivalentes de esta preposición, Noica puede interpretar filosóficamente todas los rasgos de la rumanidad: su especifica espacialidad, las particularidades de la lengua, su latinidad, la civilización fundada sobre la naturaleza, la cultura determinada por la historia, dominada por la capacidad de abrirse a lo nuevo (conservando a la vez la especificidad rumana), de combinar tradición y modernidad, el Oeste y el Este, de no encontrarse entre dos mundos sino y al mismo tiempo en y hacia (întru) dos mundos. La conciencia rumana no supone solamente “estar en” algo absoluto, fijo, sino también “estar hacia”, tener un horizonte delante de si mimo. Noica afirma: “como hombres, cada uno de nosotros está formado por una naturaleza individual en la que nos sentimos atrapados, pero por la que nos sentimos obligados a dirigimos hacia lo humano; cada uno de nosotros pertenece a un ser nacional y a un ser social, por los que podemos y debemos dirigirnos hacia lo universal. Del mismo modo, todo ser está limitado, pero para ser verdaderamente debe pasar de una limitación que limita a una limitación que no limita”.[7]

La identidad rumana sería, según Noica, “ser hacia” para retomar la preposición francesa que Nicolás Cavaillés escogió para traducir su tratado ontológico.[8] Ser y aspirar a ser. Existir y deseo de existir. Respetar su especificidad nacional y saber abrirse hacia lo universal sería la gran lección que los tres autores evocados se consagraron al pueblo rumano.

Más allá de todos estos argumentos geográficos, filosóficos y lingüísticos a favor de la existencia de los rasgos decisivos para la condición rumana, hay también, creo, un cierto movimiento interior que domina al Rumano muy a menudo a pesar de él: es el sentimiento de la fatalidad, de este “para qué” cotidiano, de un modo de abandonarse, que es origen de todas sus acciones, incluso de las más apasionantes. Si hubiera que elegir la expresión más representativa para el Rumano, me detendría en este veredicto poético: “n-a fost să fie (“no ha sido de tal suerte que esto sea”), la marca de todo un estilo fatídico rumano de encontrarse en el mundo.


La Plegaria de un Dacio

Mihai Eminescu

Cuando estaban ausentes la muerte y la eternidad
y la semilla de la que la luz nació,
ni el hoy era, ni el ayer ni el mañana
pues todos estaban en el uno y el uno de ellos estaba pleno,
cuando la tierra, el cielo, los aires, el mundo entero
permanecían como las cosas que no han sido jamás,
estabas Tú soto; entonces me pregunto pensativo:

¿Quién es este dios al cual consagramos nuestros corazones?
Él solo había sido Dios antes de los dioses,
del océano, de los mares hizo fluir el fuego
da alma a los dioses, alegría al universo,
es la salvación que encuentra la humanidad entera,
Entonces, ¡arriba los corazones! Cantad himnos para Él,
la muerte de toda muerte, la resurrección de las vidas!

Es Él quien me ha dado estos ojos para ver el día,
Él me ha llenado el corazón con los encantos del amor,
he escuchado Su marcha en el sonido de los vientos,
y he sentido Su voz en la armonía del canto,
y a pesar de todo esto digo aún:
¡Que me permita entrar en el reposo eterno!

A aquellos que tuvieron piedad de mí, que Él los maldiga,
y a quien me oprimió, quiero que Él los bendiga,
que escuche a quien de mi se riera.
que de fuerza al brazo que quiera matarme
que Él encuentre a quien sojuzgue a los otros,
que incluso robe la piedra donde he posado mi cabeza.

Expulsado por todo el mundo, que yo atraviese los años
que sienta incluso las lágrimas en los ojos secarse,
entonces, no me importará que en cualquiera un enemigo nazca,
yo mismo llegaré a no reconocerme,
pues habiendo endurecido mi corazón el dolor y la pena
hasta a mi Madre adorada maldeciré,
cuando el odio más espantoso me parezca caricia…
Entonces quizá sin angustia moriré.

Y si en el extranjero muero por fuera de la ley
que a la calle mi cuerpo se arroje,
Señor. que tu corones la frente de quien
incite a los perros a devorar mi corazón,
y a quien me lanzara piedras en el rostro,
dadle la gracia de una eterna vida!
Sólo entonces, Padre mío, te agradeceré
el haberme dado la suerte de la vida,
No me arrodillé jamás para pedir tus dones,

Si yo te ruego, es por la maldición
para sentir mi aliento perecer en el Tuyo
para que la nada me tome, para convertirme en nada?

STĂNIŞOR, Mihaela-Genţiana. “Pequeña introducción a la rumanidad”. Trad. de Liliana Herrera. In: HERRERA A., María Liliana (org.). En torno a Cioran: nuevos ensayos y perspectivas. Pereira: Editorial UTP, 2014, pp. 303-310.


NOTAS:

[1] NOICA, Constantin. Eseuri de duminică [Ensayos de domingo]. Bucureşti: Humanitas, 1992.

[2] IDEM, “România de totdeauna”[La Rumania de siempre], Op cit., p. 29.

[3] IDEM, Despre o Românie binecuvinată [Sobre uma Rumania bendita], Op. cit., p. 9.

[4] IDEM, Cuvint împreună despre rostirea romanească. Bucureşti: Humanitas, 1996.

[5] IDEM, Sentimentul românesc al finţei [El sentimiento rumano del ser]. Bucureşti: Humanitas, 1996.

[6] Ibid., p 10.

[7] Ibid., p. 10.

[8] Hago referencia a NOICA, Constantin. El devenir hacia el ser. Trad. del rumano por Nicolas Cavaillès. Georg OlmsVerlag AG, 2008.

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